Los suelos fértiles, la buena provisión de agua de riego y el sol, principalmente en los largos días de verano en la región sudamericana, benefician la cosecha del lúpulo que utilizan algunas marcas cerveceras latinoamericanas, como el caso de Quilmes.

Sin embargo, el plan para los productores de esta planta en la región no sólo es abastecer a las marcas locales, sino extenderse: “gracias a las condiciones climáticas de la Patagonia entre el paralelo 40° y 50° hay buenas perspectivas para continuar creciendo, incluso hasta producir lúpulo para todo Sudamérica”, declaró Marcelo Martínez, dueño de una chacra en la zona.

Esta planta, que otorga el amargor a la cerveza, su aroma y sabor característico, también tiene un rol clave en la bebida, que es la estabilización de la espuma, característica clave de las cervezas de Quilmes, quienes prefieren utilizar insumos nacionales, tal y como cuenta Pablo Querol, vicepresidente de Asuntos Corporativos y Legales de Quilmes: “todos nuestros productos nacen en el campo, desde las semillas de cebada que cultivamos en el sudoeste de la provincia de Buenos Aires, en Tres Arroyos, pasando por el lúpulo en la Patagonia hasta el maíz que producimos en el norte de la Argentina”.